viernes, 30 de diciembre de 2011

Frases celebres de personajes famosos



"Ama un solo día y el mundo habrá cambiado"
Robert Browning

"El verdadero amor no se conoce por lo que exige, sino por lo que ofrece"
Jacinto Benavente

Para Adan, el paraiso era donde estaba Eva"
Mark Twain

"Cuando tú y la verdad me hablan, no escucho a la verdad. Te escucho a tí"
Antonio Porchia

"Uno no se enamoro nunca, y ese fue su infierno,
otro sí, y esa fue su condena"
Robert Burton

"No necesito amigos que cambian cuando yo cambio, y asienten cuando yo asiento. Mi sombra lo hace mucho mejor"
Plutarco

"La belleza es un acuerdo entre el contenido y la forma"
Henrik Ibsen

"Ah me resisto, mas me tienes toda, tú, que nunca seras del todo mío"
Alfonsina Storni

"Nunca rompas el silencio si no es para mejorarlo.
Beethoven"

"¿Porque se me vendrá todo el amor de golpe cuando me siento triste, y te siento lejana?"
Pablo Neruda

"El arte de ser sabio es el arte de saber qué es lo que debemos ignorar"
William James
 

Por SRM

sábado, 17 de diciembre de 2011

Sólo una

   
    Creo que no existe una mujer en todo el mundo que no le guste recibir flores. Y si por añadidura existe el motivo convincente para ser alagada con una de las cosas más extraordinarias y hermosas de la naturaleza, todo estaría en regla.

     Hace ya un buen tiempo que no recibo flores, pero sí que me acuerdo del último ramo que me regalaron: ¡Un enorme y magnifico ramo de rosas! Mi primera impresión fue de espanto y perplejidad. Toda una explosión de colores bellos, texturas sensuales, y aromas voluptuosos y genuinos. ¿Cómo poder canalizar tal arrebato de los sentidos? Era tan malditamente irreal como obscenamente innecesario. Y me pregunto… ¿Es la idea abrumar a la gente con semejante ofrenda para adormecer esa vanidad latente que todos llevamos consigo? ¿No constituye una profanación a la sensatez privar a la naturaleza de estos pilares, para beneficio particular? ¿No hubiera bastado que me regalara sólo una rosa? ¡Una sola!



    Siempre he sabido el por qué las postales burbujeantes de flores nunca me gustaron, tampoco pasear por las alamedas florecidas… tantas y tantas… no puedo respirar. Sin embargo, puedo estar mucho tiempo con una rosa entre mis manos: deleitándome con los matices de sus pétalos, la delicadeza de sus contornos, la fragancia y seducción de su esencia… ¡Es la cosa más asombrosa que uno pueda imaginar! ¡Tanta perfección en su conjunto!

    Y no se necesita de más… ¡Sólo una, abarca la inmensidad de millones!

Por SRM

martes, 6 de diciembre de 2011

Me niego terminantemente a:


- Me niego a llevar un vestido de noche en la fiesta de fin de año (Llevaré un par de jeans apretados, rotos y que me levanten el trasero)


- Me niego a beber 10 tazas de café diarias con los compañeros de trabajo (Compraré un fontán de chocolate y le instalaré cerca del sofá de casa.


- Me niego a sonreír por las mañanas cuando solo he dormido tres horas en la noche. (Enviaré a todos los que se crucen en mi camino a freír espárragos.


- Me niego a ser incluida en la estadística sueca de gastar 61,3 millones de dólares -para hacer compras para esta Navidad. (Me ahorraré las colas, el stress y gastaré el dinero en sellos filatélicos)


- Me niego a hacer lo que no quiero hacer, por el bien de los demás. (Me encantaría poder joderles el día a más de uno)


- Me niego a aceptar que no puedo abrazar a la gente que quiero, porque están lejos. (Ellos siempre están conmigo porque el poder de la mente es amplio y sin ataduras)


- Me niego a mirar “El pato Donald” a las kl: 15:00 el día de Navidad (Aterrizaré en una aldea del Amazonas, me sentaré alrededor del fuego y brindare con los nativos; por el futuro del consumismo.


- Me niego a ser una de las muchas y tantas que andan por ahí. (Yo soy única… y como tal, me trato a sí misma)


- Me niego a perdonar a los que algún día me hicieron doler. (Que les den por c… )


- Me niego a admitir que hay cosas imposibles. (Todo es posible, los imposibles somos nosotros mismos)


Por lo tanto, ¡Me niego… me niego y me niego!

Por SRM


domingo, 4 de diciembre de 2011

A donde quiera que estés...

     Estoy enojada. Es un enojo que pensé los años mitigarían pero no, a cada rato está ahí. ¡Mi padre! ¡Podría echarle la culpa de tantas cosas! Pero ni caso. Este señor se propuso amoldarme a su manera y lo logró, el muy bastardo. Porque si no… cómo fue posible que con sólo 5 años al comenzar la escuela, ya me había enseñado las tablas de multiplicar, las letras del abecedario y escribir algunas palabras.

    Recuerdo que cuando mi madre se negó a tener animales en casa, fue él quien me trajo mi primera mascota: Un polluelo blanco quien me seguía a todas partes, dormía en mi misma cama y a quien llegué a querer hasta lo indecible.

   Fue mi padre, quien me regaló el primer libro de Jack London “Colmillo blanco” a los 9 años. Y luego vino con “El Proceso de Nuremberg” a los 11, para luego rematar con “La autobiografía de Malcon X” y “Por quién doblan las campanas” a los 13 años. ¡Por Dios! Era como para odiarlo hasta el infinito.

   Fue él también quien se negó a que yo llevara una pañoleta roja al cuello cuando mis compañeros de aula eran pioneros. Entiendo ahora que por circunstancias extrañas y que nunca pregunté, hacían que fuera apático total a la política. Algo que más tarde yo lo defraudaría manteniendo el carnet de la juventud comunista en mi bolsillo por muchos años. Tampoco creo que le gustaría saber que estoy tan lejos de lo mio, de mi tierra y de la suya.

   Él fue quien me enseñó que no es lo mismo decir –Una bonita mañana- que decir –La aurora derrama infinidad de colores con sus rayos luminosos-. Mis primeras composiciones en literatura pasaron todas bajo su escrutinio y ahora me doy cuenta que cuando las escribía, no pensaba en obtener una buena puntuación, ni agradar a la profesora; lo hacía para ver como mi padre asentía y ensanchaba su sonrisa. De niña nunca entendí por que trabajaba como Químico operador en un Central azucarero a pesar que leía tanto (y a mis ojos) poseía la sabiduría de un Dios.

   Cuando mi madre peleaba con mis hermanos para que estudiáramos y fuéramos “Alguien en la vida”, él sonreía y me susurraba: “No me interesa que seas médico o recolectora de basura, sólo te pido que lo que hagas: Tienes que ser la mejor” Extraña filosofía la de este hombre.

   Nunca nos pegó ni nos alzó la voz, pero nos quedaba mirando y movía lentamente la cabeza cuando madre nos castigaba. Era mucho peor ver su mirada decepcionada que 10 chancletazos de mi madre en el trasero.

   Hasta que un día sin previo aviso, sin despedirse, se fue, Exactamente un mes después que cumplí 15 años. ¿Cómo se le ocurría morir así, para dejarnos tan solos? ¡No sabía este señor que no me había dado el tiempo suficiente para decirle cuanto lo amaba, cuanta falta todavía me hacía en mi vida!

    ¡Oh sí! Estoy enojada, y si yo creyera en Dios y en que vamos al cielo después de esto, quizás tuviera la esperanza de reclamarle. ¡Pero ni eso! Se fue, nos dejó… ¡Me dejó!
   ¡Oh Padre! ¡Me hubiera gustado tanto abrazarte y decirte todo lo que tus silencios me enseñaron! Todos los besos que nunca te di, y lo mucho que hubiera hecho para que siempre estuvieras orgulloso de ésta, tu hija.

Por SRM\
4/12/2011

Astrid: Mi estrella

    Tenía 23 años cuando leí mi primer libro de Astrid Lindgren –“Pipas calzaslargas”-
 y aunque es toda una vergüenza que haya tenido que esperar tanto tiempo para llegar
 a conocer el estilo literario inconfundible y magistral de esta escritora sueca, me alivia saber que no dependió de mí el no poder hacerlo. Lo que sí recuerdo perfectamente fue cuan extraordinariamente me deslumbró su lectura. ¿Cómo esta mujer podía romper con todos los esquemas y ridiculizar el modo de los cuentos ejemplarizantes a los que yo estaba acostumbrada a leer? Y no sólo eso, sino, el poder absoluto de la autora en jugar con imágenes, metáforas, de forma tan sencilla y hermosa, sin dejar de lado el humor y la ternura por los más pequeños.

     ¡Oh sí! ya se, que la Literatura Infantil es menospreciada por las elites literarias, académicas y oficiales. Supongo que debían haber leído a Astrid Lindgren cuando eran
niños, y darse cuenta que realmente es más difícil de hacer literatura para
ellos que para los adultos. Porque los niños no son tontos, ni se les puede engañar,
ellos exigen calidad en lo que leen y lo que no saben, lo adivinan por pura
percepción y curiosidad innata.
    Cuando después de unos años, reafirmado mi interés por la literatura infantil y ya
publicado uno de mis libros “Cinco dedos para una mano” en Estocolmo,
tendría la oportunidad de colaborar con la Revista Española “Platero y yo”
de la cual recibo el pedido de realizar una entrevista a la escritora Sueca.

 
    Por supuesto que al enviar el cuestionario y la carta a Astrid, estaba segura que
jamás obtendría respuesta. Ya se podrán imaginar el casi desmayo que sufrí cuando a los pocos días recibí una estela donde ella me explicaba que no podía concederme la entrevista porque ya estaba retirada de la vida pública pero que de igual forma su secretaria le había ayudado a responder mi cuestionario. Y lo mejor de todo: Con su firma de puño y letra y el membrete de su autoría
animándome a seguir escribiendo. ¡Ese día fui una mortal muy feliz!
Aún conservo la carta de Astrid Lindgren como uno de mis mejores tesoros.

  He tratado de leer los casi 80 libros que Astrid Lindgren ha escrito en vida y creo todavía
me falta unos cuantos. Decididamente ella es una de las escritoras más
importantes de la literatura infantil del siglo XX. Sus libros reflejan un espíritu humanista
y una defensa decidida de los valores de la paz, el ecologismo y el feminismo.
Por ello, Astrid… mi estrella, seguirá emitiendo luz, por mucho tiempo y abriendo camino a los sueños y anhelos de muchos niños y jóvenes actuales.

Por SRM